Alberto Durero (Núremberg, 1471-1528). Pintor y grabador alemán. Introdujo en su país las innovaciones propias del Renacimiento italiano. Algunos le conocían como “El Leonardo da Vinci alemán”. Considerado uno de los grandes grabadores de toda la historia junto a Goya y Rembrant, destacó por sus grabados en madera (Xilografía) y sus grabados en buril. Sus estudios sobre antropometría le llevaron a realizar importantes escritos teóricos que influyeron a posteriores artistas (artistas del s.XVI, nazarenos del siglo XIX, expresionistas del s.XX).
Las primeras tomas de contacto de Alberto Durero con el mundo del arte se dan en su ciudad natal (Núremberg), importante núcleo intelectual y artístico de Alemania (Sacro Imperio Romano Germánico) en aquel momento. El primer maestro del joven Durero fue su propio padre, Alberto Durero ‘el Viejo’ le enseña el oficio de orfebre y joyero aprendiendo así la técnica de la imprenta y el grabado de metales que darían como resultado su gran habilidad para la calcografía y las artes gráficas.
En 1486 ingresa en el taller del más importante artista de Núremberg, Michael Wolgemut, de el recibe el influjo flamenco y aprende la técnica de la xilografía. Contribuyó en las ilustraciones del libro ‘Las Crónicas de Núremberg’ (1493) de Hartmann Schedel.
En 1489 dan comienzo sus ‘años itinerantes’. En esta fase realiza numerosos viajes para seguir formándose, le sirven para vivir nuevas experiencias tanto personales como profesionales. Viaja por los Países Bajos conociendo a importantes artistas como Conrad Witz, Baldun Grien o Heslin. Durero tenía la intención de entrar en el taller de Martin Schongauer, en Colmar, pero debido a la muerte del maestro sus intenciones se vieron truncadas.
Su vuelta a Núremberg vino marcada por la relación con una joven adinerada llamada Agnes Frey, con la que tuvo algunas diferencias aunque no le impidieron marchase a descubrir Venecia y el arte del Renacimiento italiano. En Italia conoce la obra de Mantegna, Giovanni Bellini y Pollaiuolo, además se interesa por la geometría griega y las proporciones y movimiento de la figura humana.
Tras el paso por Venecia, en 1494 abre taller propio en Núremberg consolidando su fama como pintor y grabador de prestigio. Su primer mecenas fue Federico el Prudente, protector de Lutero, en esta época Durero recibe numerosos encargos aunque sus obra más destacada pertenece a unas serie de ‘xilografías del Apocalipsis’ (1498).

Un nuevo brote de peste en 1505 atemoriza a la ciudad de Núremberg, Durero se ve obligado a marchar de nuevo a Venecia, donde es recibido “como un caballero”, como el mismo dice en una de sus cartas a su amigo Pirckheimer, aunque esto también le supuso acaparar las envidias y celos de otros artistas locales. El encargo de ‘la Virgen del Rosario’ para la iglesia de San Bartolomé (iglesia de la colonia alemana en Venecia) le sirve para consolidar su fama ante la opinión pública. Nos encontramos ante un artista totalmente consagrado, ha completado su formación teórica y práctica, aun así, sigue viajando (Roma, Bolonia, Florencia) y conociendo gente (Quentin Metsys, Jos van Cleve, Joachim Patinir, Bernard van Orley, Erasmo de Rotterdam). También colabora en obras encargadas por Maximiliano I como ‘El Triunfo’ y ‘El Arco Triunfal’.
Alberto Durero aumenta su productividad a la vez que la calidad de sus obras: ‘Adán y Eva’ (Tratado práctico sobre la proporción humana), ‘La Gran Pasión’, ‘La Vida de María’, ‘Las Estampas Maestras’ (El Caballero, la Muerte y el Diablo, Jerónimo en su estudio y Melancolía I). Se manifiesta en sus obras una gran disciplina y conocimiento que tratan de humanizar la geometría.

Alberto Durero fue un precursor del diseño gráfico, el símbolo gráfico que utilizaba para firmar sus obras es considerado el primer logotipo de la historia, se trata de un anagrama formado por las iniciales que conforman su nombre (una ‘A’ que contiene la letra ‘D’). También realizó tratados dedicados a la tipografía donde estudiaba las proporciones tipográficas, construyó un alfabeto latino y otro griego.
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